Al leer Ensayos porteños de Sergio Miceli (Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2012) caí en la tentación –casi inevitable– de pensar su itinerario intelectual y su obra a partir de su propio modelo teórico. Y esa tentación me arrastró a otras: a repensar el itinerario y la obra de Pierre Bourdieu (su maestro en Francia); a pensar comparativamente los modelos de ambos para entrever, en sus diferencias, las huellas de una posible apropiación desde la periferia. E incluso, a repensar mi propia condición de intelectual, reconociendo algunas variables que hoy condicionan mi enunciación.
Escribir sobre su obra en clave de sociología de los intelectuales es como aplicar el psicoanálisis para analizar a Freud. Ese objetivo me excede, y al menos por ahora sólo puedo señalar algunos trazos de su modelo teórico, algunas líneas de trabajo, algunas preguntas que me asedian desde la lectura de sus textos.