La Educación Física, como palabra y significación, ofrece perspectivas poco claras para ser conceptuada en el mismo nivel de las necesidades que envuelven por doquier tanto al hombre contemporáneo como a su sociedad. Peor todavía se presentan estas perspectivas desde el punto de vista de “sus realidades”, en las que lo presuntuoso aparece unido con lo inoperante y hasta con lo vulgar, impidiendo así formular verdaderos juicios de valor acerca de sus alcances como disciplina educativa. Y sin embargo, en una reflexión que pospusiera lo que a primera vista objetiviza y en sentido estricto parece abarcar, su estimación como necesidad tiende a sobrepasar aquello que corrientemente se estima como tal. Bástenos apreciar que desde que el hombre nace ya está sujeto a la necesidad (y que ésta se acrecienta en la medida de su so- ciabilización) para entender también que es obvia la presencia viva del ente que la experimenta. En un sentido desde el cual ya se ha hablado, tal ente se halla implícito en la naturaleza humana, la que según la exégesis de Jaeger en “Paideia” es una “doble estructura corporal y espiritual” El cuerpo (soma) humano vivo no admite hoy el dualismo con el alma psyche) primordial, puesto que lo contrario haría inadmisible toda idea de educación. Por separado puede estudiarse el cuerpo» como también el alma; más quién estudia a ambos lo hace con su conjunto indisolublemente integrado. Y éste es el sujeto real de la educación, en la medida en que los otros constituyen meros objetos para el estudio.