En 1941 Gregg brindó la primer evidencia que el virus de la Rubéola (familia Togaviridae, género Rubivirus) ocasiona fallas congénitas humanas. Aunque la infección por el virus de la rubéola comúnmente ocasiona una enfermedad leve que comprende fiebre y salpullido, las epidemias de rubéola han sido asociadas con fallas congénitas en niños de mujeres quien fueron infectadas durante el primer trimestre del embarazo. El riesgo de infección de rubéola en el útero fue reducido por la introducción de vacunas efectivas y seguras para mujeres en edad de criar niños. Las anormalidades congénitas en fetos o rumiantes neonatales también se relacionan con la exposición de hembras preñadas a virus diversos, incluyendo el virus de la diarrea viral bovina (familia Togaviridae, género Pestivirus), el virus mantenido por artrópodos del bluetongue «lengua azul» (familia Reoviridae, género Orbivirus), el virus de Wesselsbron (familia Flaviviridae, género Flavivirus), el virus de la fiebre del Valle de Rift (familia Bunyaviridae, género Phlebovirus). Las infecciones de ganado con estos virus pueden producir bajos-títulos de viremia con ninguna enfermedad clínica evidente, o altos-títulos de viremia y enfermedad clínica severa en la hembra. En las infecciones del útero puede resultar en malformaciones del feto en desarrollo, muerte fetal con reabsorción, momificación, o aborto. Los rumiantes recién nacidos pueden mostrar diversos defectos musculosesqueléticos y del sistema nervioso central, incluyendo un síndrome de artrogriposis con hidroencenfalía (AGH).