Es evidente que la Argentina, al igual que otros países latinoamericanos, no ha dispuesto en los últimos veinte años de la cantidad de acero que eran capaces de consumir. Es bien sabido que las dificultades derivadas de la reducida capacidad del país para importar y de medidas de orden interno vinculadas al régimen cambiario, han impedido que las industrias de transformación y terminado alcanzaran volúmenes de producción compatibles con su capacidad real. Tal situación ha impedido por un lado la evolución de esta importantísima rama de la actividad productora y por otro ha asestado rudos golpes a la economía nacional.
Cuidadosos estudios realizados prueban que la producción de hierro y acero de la importante planta siderúrgica de San Nicolás (Pcia. de Buenos Aires) y de la industria privada existente, sumadas a la reducida de Zapla (provincia de Jujuy), no será suficiente para satisfacer las demandas crecientes del país, por lo que debe admitirse que si no se arbitran otras soluciones, será necesario continuar importando grandes cantidades de acero para mantener el ritmo de evolución de la industria nacional.
La experiencia universal prueba que siempre los cálculos más optimistas efectuadas sobre la expansión del consumo de hierro y acero en países subdesarrollados al iniciar su producción las plantas integradas han resultado equivocados por defecto. Podemos citar el caso de Chile, donde al iniciarse la producción de la planta de Huachipato, en 1955, la demanda nacional superó en un 100% el consumo registrado hasta ese momento; el del Perú, donde al iniciarse la producción siderúrgica la demanda aumentó en un 60%, y algo similar pasó en Brasil.
Además, para medir la gravitación del hierro y acero en la economía nacional basta sólo recordar que durante los años 1953 a 1956 el país exportó productos agrícolo-ganaderos por un valor promedio anual de 950 millones de dólares y debió importar, también anualmente, productos de hierro y acero por valor de 350 millones de dólares.
Disponer de grandes cantidades de hierro y aceros es, pues, requisito indispensable para activar nuestra evolución industrial y nuestro crecimiento económico.