Poco probable es que los astrónomos de la antigüedad se hayan preocupado por determinar las distancias de los astros, ni sus cosmogonías en expresarlas, si bien había la creencia intuitiva y cualitativamente correcta de que la Luna está más cerca de la Tierra que cualquier otro astro; que el Sol, Mercurio y Venus están a menor distancia que los planetas Marte, Júpiter y Saturno, y que las estrellas se hallan más lejos que cualquiera de los planetas. En cuanto que yo sepa, el sistema cosmogónico de Ptolomeo en su Almagest, no pretendía expresar numéricamente las dimensiones de las esferas cristalinas, imaginadas para llevar los astros en sus cursos; solamente las consideraba grandes en comparación con la Tierra. Por otra parte, es claro que tiene que haber habido ya algún conocimiento de las distancias planetarias antes de que Kepler enunciara sus leyes, pues la tercera de ellas habla explícitamente de distancias; pero no trato de investigar en este trabajo la historia de aquella primeras determinaciones, sino exponer en forma ordenada y sencilla los métodos de las determinaciones modernas de distancia, con sus fundamentos matemático y observacional, las dificultades que presentan y algunos de sus resultados.