Suelo y aguas resultan frecuentemente contaminados con heces conteniendo estadíos de diseminación parasitaria provenientes de distintas especies de animales domésticos y del hombre. No debe menospreciarse la contaminación que producen las distintas especies de animales silvestres.
Así, el suelo actúa como el principal reservorio de huevos y larvas de distintos nematodos parásitos capaces de afectar la salud del hombre y de los animales.
En él permanecen viables como formas infectantes durante períodos prolongados.
Desde allí contaminar alimentos y determinar EPTA, prevalentes, potencialmente zoonóticas, emergentes o raras. La presencia de invertebrados, hormigas, cucarachas, lombrices de tierra, caracoles, babosas y otros brinda la posibilidad de continuar el ciclo a nematodos heteroxenos.
La presencia de algunas EPTA se halla condicionada al incremento de las migraciones humanas y de los movimientos de animales y alimentos, así como a evolución de ciertas prácticas pecuarias y preferencias gastronómicas como comer pescados, cangrejos, camarones, moluscos, crudos, ahumados, o secos.
Hábitos defecatorios inadecuados, desbordes cloacales, riego de cultivos con aguas servidas contribuyen a su diseminación.
Algunos nematodos de importancia médica pueden ser transmitidos por peces marinos o de agua dulce que intervienen en sus ciclos biológicos como hospedadores intermediarios o paraténicos.
Cuando sus tejidos son ingeridos crudos o insuficientemente cocidos debido a la popularidad que han adquirido diversos platos culinarios.