El arte cinematográfico tiene poco más de 60 años. La primera exhibición pública fue aquella del 28 de diciembre de 1895 en el subsuelo del Gran Café de París. Si hiciéramos referencia a tendencias actuales de otras formas de expresión —música o pintura por ejemplo— es notorio que tomaríamos por lo menos artistas del último cuarto de siglo. En cine las etapas bien diferenciadas de su evolución se cuentan por décadas o menos aun. Como consecuencia, referirnos a tendencias actuales del cine supone apreciar no mas allá de la década que concluye. ;Qué ocurra hoy en el arte cinematográfico? Puede afirmarse que vive momentos decisivos. Acontecimientos fundamentales lo conmueven precisamente cuando —luego de ardua disputa— ha ganado lugar inequívoco en el cuadro de las artes. Y por cierto que ninguna forma de expresión ofrece al hombre posibilidades de tan estupenda riqueza como el lenguaje cinematográfico, capaz de la más rotunda y vigorosa fuerza, como de las más sutil de las alusiones.
Esos acontecimientos que lo agitan tienen una raíz fundamental: la económica. No puede extrañar. El artista cinematográfico para realizar su obra —para expresarse— debe contar con un complejo mecanismo industrial (estudios, cámaras, maquinarias, asistentes técnicos e intérpretes) y para que esa obra llegue a los destinatarios lógicos de toda expresión artística, se requiere de una no menos complicada actividad comercial (distribuidores y exhibidores). Pues bien, la economía del cine está sufriendo cambios revolucionarios que inciden asimismo, como es lógico suponer, en su propia condición de arte. Proponiéndonos simplificar el panorama con fines expositivos podemos reducir esos cambios revolucionarios a dos principalísimos: la televisión y la subdivisión del mercado cinematográfico mundial.