Hay, cada década, nuevos “nuevos” en la literatura latinoamericana. Y aparece, cada vez, la misma pregunta (la misma y diferente al mismo tiempo) alrededor de la esencia latinoamericana. Es en la manera de formular tal pregunta y, por supuesto, en la manera de responderla en donde se observan las condiciones materiales e históricas que motivan, cíclicamente, la “renovación” de la mirada sobre todo un continente.
Hace unos veinticuatro años, los fundadores de McOndo se formularon la misma pregunta y una de las respuestas abordó el problema de la circulación de las publicaciones. La conclusión de tal dificultad fue que para llegar a todos los países de habla hispana había “que publicar (y ojalá vivir) en Madrid” (Fuguet et al. 11).