Hace ya casi diez años que la escuela argentina está intentando modernizarse. Desde que se sancionó la Ley Federal de Educación en 1993, un proceso de reforma profundo se ha puesto en marcha en nuestro sistema educativo. Los cambios que se han implementado abarcan una transformación del trayecto obligatorio, una redefinición de los niveles de la enseñanza y un nuevo currículum a desarrollar en las aulas. Dos cuestiones, además, se sostuvieron como pilares de la reforma: el cambio de los contenidos que intenta una relación más razonable con el estado actual de las distintas ciencias y la resignificación misma que tuvo el concepto de «contenido» que permite ingresar nuevos sentidos a este término. Así, al hablar de «contenido» nos referimos a partir de ese momento a algo más que al conocimiento sustantivo. Ahora, este concepto no sólo da cuenta del saber disciplinar sino también de los procedimientos y las actitudes que resultan estructurantes, en tanto «atraviesan» la producción del conocimiento de la ciencia.