A través de la reconstrucción de la experiencia formativa de un grupo de pedagogos/as argentinos/as exiliados/as en México en 1975, unos meses antes del establecimiento de la última dictadura cívico-militar argentina, y que aún viven en este país, me propuse conocer qué supuso para estos sujetos “hacerse” durante los años de exilio, qué desarrollo alcanzaron sus prácticas pedagógicas en este país y qué contribuciones hicieron al campo de la educación local.