Fue Simone de Beauvoir (2007) quien denunció la estructura de lo Uno y lo Otro, o del Sujeto y el Objeto, como matriz que ordena el campo de lo humano. Mientras algunos gozan de los privilegios de quedar absorbidos en los marcos normativos que integran la definición de sujeto en su vertiente filosófico-política - en el caso de Beauvoir, los varones -, otras quedan relegadas a lo Otro, al Objeto - en el caso de Beauvoir, las mujeres. Aunque es cierto que la pensadora francesa utilizó este esquema para visibilizar el orden social patriarcal que inferioriza a las mujeres, lo cierto es que dicho esquema guarda potencia explicativa a la hora de exponer aquella matriz propia del pensamiento moderno que jerarquiza la diferencia. Por tanto, la existencia de un único centro normativo identificado consigo mismo auspicia de única referencia a la hora de ordenar las diferencias, siempre desigualadas. La producción de identidades y corporalidades no son ajenas a esta lógica.