El programa de convertibilidad había sido presentado como la solución a todos los problemas sociales y económicos de Argentina. Tarde o temprano, el programa de reformas estructurales permitiría revertir las tendencias seculares del empobrecimiento creciente, la marginación inaudita y la desigualdad social reinantes (Féliz, 2005a). Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que aquello que se había convertido en ejemplo para el mundo se transformara en un colapso sin precedentes. En términos del mercado laboral, el ciclo 1996-2001, que se inicia con la salida de la crisis del tequila, dejó un resultado claramente negativo. Los salarios reales cayeron luego de esos seis años por debajo del nivel original, mientras el empleo no sólo disminuyó demasiado, sino que su calidad se deterioró signifi cativamente.