Los ambientes litorales representan uno de los hábitats más frágiles y cambiantes de todos los sistemas de la superficie terrestre. Su particular localización en la interfaz entre los medios acuático y terrestre ha sido históricamente valorada para el asentamiento poblacional, en función de las disponibilidades factibles a ser aprovechadas como recursos. Son un ámbito en donde la complejidad de procesos del orden natural se conjuga con el juego de intereses de los agentes sociales que se apropian y ocupan el mismo de manera diferencial.
La tendencia a considerar los litorales como un espacio geográfico estable a lo largo del tiempo es coherente con la lógica de acumulación del sistema capitalista a nivel mundial. Esto ha llevado a desestimar la importancia que tienen los mismos, tanto como ecosistema en sí, como también en relación a ser continente y contenido de las actividades económicas.
Las poblaciones se han concentrado históricamente en urbanizaciones costeras, desencadenando importantes transformaciones en litorales de estuarios, mares y océanos, que actuaron en detrimento del funcionamiento de los diversos ecosistemas. Gran parte de éstas urbanizaciones se han llevado a cabo sin considerar la fragilidad del medio natural, hecho que ha conducido que las zonas costeras sufran con mayor fuerza el impacto del crecimiento de la urbanización y de la concentración de la población, que aún sigue en aumento. En particular, esta situación se manifiesta en estuarios que albergan a grandes metrópolis, como son las de Londres en el Támesis, Toledo en el Tejo, Viena en el Danubio o Paris en el Sena (Carut, 2014).
Centrando nuestra escala de análisis en los litorales estuariales en particular, el estuario del Río de la Plata (ERLP) se construye como territorio en la vorágine que encuentra a los medios marino y fluvial, donde la valoración de sus disponibilidades ha configurando específicas vocaciones territoriales. Éstas son construidas como resultado de una red de relaciones sociales, entre agentes con distintos grados de poder, constituyendo el para qué de los territorios.
En particular, el litoral costero del ERLP en su margen argentina ha sido valorado, desde su poblamiento originario hasta la actualidad, para el asentamiento poblacional y el despliegue de actividades económicas que aseguraran la reproducción social y permanencia de dicha población. Sin embargo, su valoración acusa importantes diferencias. Mientras que en el actual litoral de la Región Metropolitana de Buenos Aires (desde el partido de Tigre hasta Berisso) la valoración del litoral ha definido históricamente vocaciones urbanas, portuarias, industriales y comerciales, hacia el sur esta región la valoración ha sido puntual, en función de lógicas complementarias o marginales a la metrópoli, predominado las vocaciones turísticas, de reserva, agrícola-ganaderas, mineras, entre otras.
El presente trabajo intenta aproximarse al análisis de las transformaciones del litoral estuarial en el área de estudio, indagando en el proceso de organización espacial, desentrañando el entramado de configuraciones territoriales que resultan de la dialéctica entre los procesos sociales, que operan según distintas estructuras de poder, y valoración de las disponibilidades litorales, según los modos de producción imperantes a lo largo del tiempo.