Este trabajo reflexiona sobre la situación de los jóvenes durante la década del ochenta o, más bien, de los tiempos de reconstrucción democrática en relación con la cultura rock argentina. Se comprende así que, a partir de la recuperación democrática, los jóvenes revalorizaron los espacios públicos y privados, desde el ámbito de la cultura y se apartaron de las militancias políticas en partidos políticos o defensas de proyectos políticos globales-colectivos (más allá de comprender al estado democrático como símbolo que se anteponía al horror dictatorial). Así, las “juventudes” de la pos-dictadura de los ochenta abarajaron una situación distinta en torno a la política: se orientaron hacia la convivencia tensa con las otras generaciones (un tópico común en las juventudes) y, del mismo modo, generaron discursos de revalorización y consolidación de la democracia.
Hacia la década del ochenta, la juventud se ocupó de redefinir los debates acerca de la libertad y, del mismo modo, el rock argentino escoltó las cosmovisiones en torno a los valores democráticos. Tanto la naciente democracia argentina como las atrocidades cometidas por la dictadura militar incidieron en las visiones propuestas: la democracia contenía aires de libertad y el régimen se contemplaba como una amenaza y una sombra difícil de esquivar. Más aún, el discurso de los jóvenes se vinculó, desde el rock, con una semantización cotidiana y espontánea, con niveles de connotación que subyacían las libertades propias. Entonces, conviene preguntarse dos cuestiones iniciales: ¿Por qué la juventud eligió al rock como su portavoz generacional de refugio y distinción durante este período particular? y ¿Qué rol jugó, en este contexto, la puesta en común de la libertad o las libertades a través de la cultura rock?