En los comienzos (Said: 1975) de la escritura de Juan José Saer, varios críticos han observado la inquietud de un joven escritor acerca de las posibilidades narrativas para contar una experiencia del mundo vivido y al mismo tiempo, la constante interrogación en torno a la forma en que son percibidos los objetos. Esta etapa "de aprendizaje" (Arce: 2013) entendida como momento de indagación y de búsqueda de un modo de narrar, pareciera manifestar un alto grado de contacto con la obra Marcel Proust. En primer lugar, el interés de Saer por la construcción de un "mundo" o "universo" a la manera de Proust (Gramuglio, 1984) puede advertirse desde sus inicios en el cuento "Las arañas" (1958) y en "Algo se aproxima" (1960), textos que, a su vez, se encuentran vinculados a sus preguntas sobre el modo de narrar la experiencia. En segundo lugar, en "Solas" de En la zona (1960), Saer expresa tempranamente su exploración sobre conceptos como memoria y tiempo. A su vez, en el cuento "El taximetrista" perteneciente a Palo y hueso (1965), tanto el personaje principal como el narrador reponen constantemente los recuerdos vividos. Por último, Unidad de lugar (1967) presenta diversos cuentos que, de forma similar, consideran el tema de la memoria, el tiempo, las reminiscencias y el recuerdo. Por ejemplo, en "Sombras sobre vidrio esmerilado" es fundamental la cuestión del recuerdo en relación al presente y al tiempo; esta inquietud también aparece en "Paramnesia" en donde se observa una incesante reflexión sobre el recuerdo. Intentaremos rastrear, algunas de las posibles relaciones (explícitas e implícitas) entre En busca del tiempo perdido y los comienzos escriturales del proyecto narrativo de Saer.