Desde el inicio de la administración de Mauricio Macri en diciembre de 2015, desde el Departamento de América del Norte del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI), a la par del seguimiento del vínculo global entre Argentina y Estados Unidos (EE.UU.), comenzamos a monitorear un rubro específico de esa relación: el área de la seguridad y la defensa. Cabe decir que desde el año 2016, dicho ámbito ha ocupado un lugar destacado en la agenda bilateral. En ese marco, la dinámica del vínculo fue, poco a poco, corroborando algunas hipótesis preliminares que se habían ensayado en los inicios de la gestión macrista y, particularmente una de ellas, concentró nuestra atención. Esta hipótesis refería, en su parte general, a que durante el gobierno de la Alianza Cambiemos se produciría una atenuación en el llamado principio de demarcación entre la seguridad interna y la defensa nacional. Como sabemos, en Argentina desde el retorno a la democracia la edificación de ambos conceptos como esferas diferenciadas ha sido una premisa sostenida por los sucesivos gobiernos. Por otro lado, la faceta particular de la hipótesis, le asignaba a EE.UU. un lugar entre las variables que explicarían la atenuación mencionada. En efecto, en los anteriores Anuarios del IRI y en otros trabajos, fuimos siguiendo esta cuestión en pos de ahondar en los alcances de la hipótesis. En la presente nota, tomamos como punto de partida los resultados de los trabajos mencionados y volcamos algunas ideas para reflexionar sobre un debate emparentado con la discusión sobre la seguridad y la defensa. Si bien el mismo va más allá de los alcances del seguimiento bilateral de este Departamento, es útil para echar luz sobre qué lugar ocupa Washington al momento de argumentar su influencia en las áreas de la seguridad y defensa argentinas. Ello evitará conjeturar influencias desmedidas, así como la tentación de desconsiderarlas.