El enfoque que la diplomacia norteamericana durante la Administración Trump aplica a la política hacia Venezuela reproduce el patrón utilizado hacia Cuba desde la década del sesenta en plena Guerra Fría. Este patrón está marcado por el aislamiento diplomático, el bloqueo económico y una retórica anclada en la confrontación entre el comunismo y el capitalismo.
Los organismos multilaterales como la OEA o el Grupo de Lima son utilizados como canales para el aislamiento diplomático, por medio de la colaboración con socios latinoamericanos que secundan la iniciativa estadounidense, y las medidas unilaterales como las Órdenes Ejecutivas, Leyes y resoluciones del Tesoro son el andamiaje legal para la aplicación del bloqueo económico.
El tercer elemento que mencionamos arriba es la utilización de una retórica macartista, la cual es identificado como una novedad, ya que si para el caso cubano es comprensible su apelación a la Guerra Fría y a la confrontación con el comunismo, para referirse al caso venezolano parece fuera de su tiempo y que responde a un escenario más doméstico que internacional.
La llegada de John Bolton y Mike Pompeo al círculo cercano del Presidente Donald Trump en el diseño de su política exterior puede ser interpretada como una de las variables explicativas de esta apelación a la retórica macartista. Podríamos trazar una linea divisoria en el perfil de la política del Departamento de Estado en marzo de 2018, cuando con un tweet el Presidente Trump anunció que Rex Tilleron sería reemplazado por el entonces director de la CIA, Mike Pompeo. Desde entonces, la política exterior adoptará una linea más dura para hacer frente a los desafíos que se le presenten.
Mike Pompeo es un Halcón paradigmático, formado en West Point, representante ultraconservador de Kansas por el Tea Party y llegó al Departamento de Estado acompañado por John Bolton como Asesor de Seguridad Nacional. Con Bolton regresa el neoconservadurismo a la Casa Blanca, ya que ocupó diversos cargos durante los gobiernos de Reagan, George Bush (padre) y se desempeñó como Embajador ante las Naciones Unidas durante la Administración de George W. Bush.
Desde América Latina este cambio fue percibido con expectativa, dado que Tillerson había dejado en claro que las bases para la relación con la región era una reedición de la Doctrina Monroe, que ya no identifica a Europa como rival en la región, sino a “nuevas potencias imperiales” (sic) como China y Rusia (Tillerson , 2018). Con la llegada de los Halcones la incertidumbre estaba en qué medios estaba dispuesto a utilizar el Gobierno de los Estados Unidos para asegurar su zona de influencia, y el escenario venezolano parecía ser el test case para saberlo.