Las investigaciones antropológicas focalizadas en la vejez proporcionan una mirada holística sobre un tema complejo que atraviesa sociedades y culturas. Todos los individuos envejecen, a partir de una noción de ciclo de vida que se vincula con la naturaleza de la especie humana. El modo en que se significa este proceso difiere para cada sociedad, o grupo social,de acuerdo a cómo se interpretan culturalmente los cambios acaecidos a lo largo del curso de la vida (Lalived´Epinay et. al, 2011). Así, se propone superarun modelo de ciclo vital como construcción universalista y normativa, optando por el análisis de las trayectorias situadas en una triple dimensión:histórica,espacial y relacional (Elder, 1998).Los estudios etnogerontológicos rescatan estas condicionesy permiten situar el problema del envejecimiento en contexto (Morgante y Martínez, 2011). Entre otras cuestiones, singularizan el modo en que las sociedades campesinas e indígenas experimentan los cambios involucrados, a la vez que los contrastan con lo que sucede en ámbitos urbanos (Garriga et. al, 2017).Además, discutiendo con una aproximación más clásica a la Antropología de la vejez, insisten enredefinir modelos conservadores que resaltan cierto lugar privilegiado para los viejos entre las sociedades “simples”, frente al estatus postergado que encuentran en la modernidad (Fericgla, 1992). Estos modelos se sustentan en estereotipos y creencias mayormente erróneos (Carbajo Vélez, 2009). Se trata de un acercamiento mucho más complejo, que puede alcanzarse mediante el análisis de la variabilidad socio-cultural de las edades, y a través de la observación de las escenas de la vida cotidiana y la realización de entrevistas en profundidad, entre otras técnicas.