Las postrimerías del siglo XX marcaron un hito al firmarse el tratado INF2 entre las principales potencias del mundo bipolar: EEUU y la Unión Soviética. Reagan y Gorbachov le hicieron un guiño a la humanidad y evitaron un cataclismo sin precedentes para la aldea global. Decidieron reducir y posteriormente erradicar las armas nucleares de corto y mediano alcance. Llegaron a deshacerse de aproximadamente 2.700 ojivas nucleares y de toda una categoría de misiles de crucero de tierra de medio alcance. Un salto en aras de la paz mundial que validó obligaciones recíprocas de enorme envergadura.
Esa estabilidad para la seguridad mundial hoy pende de un hilo. La carrera armamentística vuelve al primer plano de manera supina. El juego geoestratégico tiene otros matices. La bipolaridad del siglo pasado dejó de existir. El nuevo milenio propone actores con distintas pretensiones de expansión y crecimiento. La suspensión del INF por parte de Rusia y EEUU es un puntapié inicial que promete socavar las instituciones, vulnerar tratados convencionales en materia nuclear, y pone a la humanidad al borde de un apocalipsis cuasi distópico.