El fuerte crecimiento de la participación laboral femenina (PLF) es uno de los cambios socioeconómicos más notables del último medio siglo, con un impacto fundamental en el desarrollo socioeconómico y en la convergencia de los roles de género (Olivetti, 2013; Goldin, 2014). Afortunadamente, este fenómeno de alcance global no ha estado ausente en América Latina. Mientras que en los años sesenta sólo un 20% de las mujeres adultas trabajaban o buscaban trabajo activamente, el porcentaje escaló hasta alcanzar un 65% en la actualidad (Chioda, 2011).
Pese a estos considerables avances, todavía encontramos grandes diferencias entre los países de la región y también fuertes brechas entre grupos poblacionales al interior de cada país. Por ejemplo, a partir de datos armonizados de encuestas de hogares y empleando definiciones comparables, Gasparini y Marchionni (2015) reportan que para países como Guatemala, Honduras, República Dominicana y México, menos del 60% de las mujeres adultas de entre 25 y 54 años de edad son económicamente activas. En el otro extremo están Perú y Uruguay, con tasas de participación laboral femenina que casi alcanzan el 80%.1 El caso de México y Perú es particularmente interesante porque se trata de dos países que siendo similares en varias dimensiones asociadas al comportamiento laboral de las mujeres, el diferencial entre ambos en las tasas de PLF excede los 20 puntos porcentuales.
En efecto, en el contexto de América Latina, estos dos países tienen varias similitudes: proporción de población rural, tamaño de los hogares, años de educación de las mujeres adultas, así como los niveles de pobreza y de desigualdad de ingresos (aunque en estos dos últimos México presenta cifras algo mayores que las de Perú). Pese a esas semejanzas, exhiben grandes diferencias en términos de PLF. Mientras en México sólo un 58.5% de las mujeres de entre 25 y 54 años trabajaban o buscaban activamente empleo en 2014, en Perú ese porcentaje es de 79.6%, el más alto de la región.
El objetivo de este trabajo apunta a entender cuáles son los factores detrás del diferencial en los niveles de participación laboral de las mujeres entre México y Perú, con el fin de contribuir a explicar los determinantes de la PLF en los países de América Latina.
Responder estas preguntas no es tarea fácil. Muchos son los factores que contribuyen con, y a su vez son afectados por, la participación de las mujeres en los mercados laborales. La expansión educativa y la reducción de la fecundidad se han movido a la par del progreso de las mujeres en el terreno laboral, pero la intensidad y ritmo de los cambios varían entre países y dependen también de los contextos económico e institucional de cada caso.
El análisis se basa en microdatos de encuestas de hogares que forman parte de la base SEDLAC (Socioeconomic Database for Latin America and the Caribbean – CEDLAS y Banco Mundial). En particular, utilizamos la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) para México y la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO) para Perú. Nos concentramos en el período 1998 a 2014, para el que contamos con información de los dos países.