Habitar en la ciudad promediando la segunda década del siglo XXI se convierte en un desafío proyectual que impone revisar teorías y conceptos formulados en circunstancias diversas e irrepetibles. En el caso de la ciudad de La Plata, y yendo a un plano general, lo que se percibe como el fin de la ilusión en la perfecta planificación fundacional de valor eterno, a partir de las recurrentes inundaciones en enero de 2002 y abril de 2014, nos conduce a revisar la perennidad o transitoriedad de los modelos formales que algunos presumen con validez eterna y universal.