La posibilidad de una cumbre Estados Unidos/Corea del Norte sufrió varias idas y vueltas que la pusieron en duda. Cuando el consejero de Seguridad Nacional estadounidense, John Bolton, a fin de abril de 2018 recomendó al norcoreano que se deshiciera por completo de su programa nuclear y sugirió tomar como antecedente el "modelo de Libia" de desnuclearización, sus declaraciones produjeron amplio desagrado en el gobierno norcoreano, dado el desenlace de ese proceso libio de desarme que concluyó con el colapso del régimen y el derrocamiento de Gadafi por rebeldes con el apoyo occidental.
El primer vicecanciller norcoreano, Kim Kye Gwan, declararía dos semanas que si Wa shington exigía unilateralmente deshacerse del programa nuclear dejarían de tener interés en las conversaciones y reconsiderarían si mantener la cumbre en pie.
Inmediatamente, el Gobierno chino pidió a EUA y a la RDPC que fueran flexibles y no desperdiciaran la "duramente conseguida distensión en la península de Corea", a través de su vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Lu Kang, quien manifestó entonc es que ambos países debían asegurar que el encuentro se celebrase según lo previsto y que proveyera resultados sustanciales.