Siete años se han cumplido de la caída del ex Presidente egipcio, Hosni Mubarak, en el marco de lo que fue dado en llamar como ‘Primavera Árabe’, aquel levantamiento espontáneo de distintos actores sociales que barrió gran parte del ‘mundo árabe’ bajo consignas seculares y modernas, y que logró deshacerse de regímenes poscoloniales autoritarios. O por lo menos así parecía en un principio. Las elecciones presidenciales en Egipto que comenzaron el 27 de marzo de este año reflejaron falta de transparencia y una participación política sumamente deteriorada. Una participación de menos del 50% del padrón electoral y con solo dos candidatos lleva a repensar en los resultados efectivos que la ‘Primavera Árabe’ produjo.