La creación de la Corte Internacional de Justicia es una ambiciosa aspiración de quienes ven en el Derecho Internacional una herramienta indispensable para la construcción de un orden basado en la paz y en la seguridad, de acuerdo con los propósitos de la propia Carta de San Francisco. Hablamos aún hoy en el plano de las aspiraciones puesto que a pesar de la aprobación del Estatuto de Roma resta todavía reunir la cantidad necesaria de ratificaciones para que la Corte comience a actuar y, una vez logrado esto, tendremos que observar su funcionamiento para ver efectivamente concretada aquella vieja aspiración de los internacionalistas.