Derechos inviolables, constitutivos, fundamentales, innatos; todo eso tienen los seres humanos, derechos de los que todos deberían poder gozar. Son, en definitiva, derechos inherentes e imprescindibles para la dignidad humana.
A veces parece que quienes deben migrar dejan de ser beneficiarios de estos derechos. Quizás sea redundante u obvio, pero no está de más recordar que en ningún caso pueden ser excluidos, discriminados, ni ser una cláusula de excepción para el cumplimiento de todos y cada uno de estos derechos.
De esta manera, al momento de esbozar cualquier política sobre migraciones, los Estados debe tener presente que: ningún ser humano es ilegal.