Otra vez habitamos un incidente que nos toca de cerca y modifica nuestra vida cotidiana. Pero a diferencia del anterior, la inundación de 2013, éste nos descoloca de nuestro lugar ameno de respuesta: los encuentros. La emergencia sanitaria y el aislamientosocial preventivo obligatorio dispuesto a partir de la pandemia de COVID-19 nos impiden encontrarnos offline para reflexionar e imaginar qué hacer, es decir, evitan que nos veamos, juntemos, expresemos, pensemos cara a cara. Sin embargo, ello no imposibilita actuar y analizar de forma colectiva. Y mucho menos cuando lo hacemos desde la Universidad.