En el presente trabajo nos proponemos analizar el impacto que la decisión venezolana ha tenido en el proceso de reformas del SIDH, donde se ha desencadenado un profundo escrutinio acerca de la labor y alcance de las competencias de uno de sus órganos principales –la Comisión Interamericana de Derechos Humanos-, considerando un escenario complejo en el cual convergen no sólo los intereses que encarnan los países como Venezuela, Ecuador o Bolivia, aglutinados en el proceso regional del ALBA, que cuestionan el rol de los Estados Unidos en el SIDH, sino también los de países como Brasil, Colombia o Perú, quienes coincidiendo con la destinataria de sus críticas, las formulan a partir de un discurso pragmático y carente de elementos ideologizados, sin cuestionar el rol de los Estados Unidos en la OEA. (Ríos Sierra, 2010).