En este trabajo me propongo discutir una opinión según la cual Max Horkheimer habría sido “en el período más productivo de su vida” y en comparación con Adorno y Marcuse un “antifilósofo” (Brunkhorst, 1993: 70). Esto querría decir, según el autor de la tesis, compartida aparentemente por Habermas y Maestre (Habermas, 1996: 116; Maestre, 1999: 14), que aún cuando su gran mérito (el de haber liderado el programa de investigaciones de la “Escuela de Frankfurt”) es producto del seguimiento de “un impulso originalmente filosófico”, Horkheimer habría abandonado rápidamente la búsqueda de una salida filosófica a la crisis posthegeliana de la filosofía (sobre este tema, por ejemplo, Löwith, 2008; Marcuse, 1994; Schnädelbach, 1980 y 1991; y Habermas, 2008).