Con el objetivo de presentar los primeros avances del abordaje del “Programa de Prevención Socio-comunitaria para jóvenes” vigente actualmente en la Ciudad de Buenos Aires (Ministerio de Justicia y Seguridad, Subsecretaría de Seguridad urbana, Dirección de Políticas de Seguridad y Prevención del Delito) partimos de un abordaje anclado en una perspectiva donde “la categoría control social no individualiza procesos particulares, no recorta un área específica de objetos sociales, sino que, (…) [considera]- potencialmente de cada proceso, de cada objeto- los aspectos que contribuyen a la producción de lo bueno y lo malo, de lo normal y lo patológico: qué procesos y qué objetos deben ser analizados en modo privilegiado según esta clave dependerá de la interacción entre los intereses culturales y políticos del observador, la dislocación de los conflictos y el surgimiento de nuevos actores sociales” (Pitch, 1996:59).
Ahora bien, ya hemos dado cuenta del impacto que ha tenido la imposición del modelo neoliberal a escala global específicamente en nuestras latitudes: muy sintéticamente, solamente diremos aquí que, anclando particularmente en las estructuras productivas de los estados nación (Daroqui, 2003) ha implicado la retracción de estos últimos en su calidad de reductores de riesgos (Castel, 2004). En este marco, algunos autores como De Giorgi (2000) se han preguntado si la caída de los Estados de Bienestar ha implicado estrictamente la caída del modelo disciplinario de control social, cuya descripción más acabada podemos encontrar en los escritos de Foucault (1989).