Se intenta mostrar la incidencia de los procesos políticos y sociales posteriores a la caída del gobierno peronista -1955- y a la Revolución Cubana -1959-, en la desorganización de la tradicional identidad del socialismo en la Argentina. En el Partido Socialista (PS), que había apoyado el golpe militar que derrocó a Perón, surgirá entonces una corriente crítica -sobre todo juvenil-, impactada por la potente oposición social y política con que los trabajadores "resistían" al nuevo régimen, y también por el ejemplo de los jóvenes revolucionarios cubanos. Ambos procesos, provocaron la radicalización de la izquierda socialista que: 1- en el plano discursivo, re-examinó la caracterización de su partido sobre el peronismo, y comenzó a considerarlo en términos de "movimiento de liberación nacional" y potencial portador de energías revolucionarias; 2- de manera concordante, en el plano práctico, desarrolló estrategias de acercamiento con los sectores combativos de ese movimiento, y con otros grupos que como ella misma, comenzaban a definirse como parte de una "nueva izquierda". En medio de un proceso de alta conflictividad partidaria, se produjeron sucesivas divisiones en el PS, y en sus sectores de izquierda, una novedosa reelaboración de la identidad y la línea política del socialismo: se denunció la visión "liberal" y "reformista" de los sectores tradicionales del Partido, y se trató de articular los principios de la doctrina socialista con contenidos propios del "nacionalismo popular y revolucionario". Frente a una línea político-estratégica que hasta entonces había privilegiado la identidad partidaria y la vía electoral y parlamentaria, se pasó a la promoción de una política frentista y a la exaltación de una perspectiva de corte insurreccional -dentro de la cual los momentos electorales y la actividad parlamentaria sólo contaban en tanto "recursos tácticos". En la ponencia se revisan algunos temas y "cuestiones" que permiten echar luz sobre las razones que facilitaron o promovieron ese tránsito, vinculándolo no sólo con el llamado "clima de época", sino también con la conflictiva vida política argentina, en un período caracterizado por la proscripción del peronismo, la presencia política de las Fuerzas Armadas, la debilidad de los partidos políticos y el envilecimiento de las instituciones democráticas