En esta ponencia quiero dejar presentado un sentido posible para pensar en torno al efecto de las palabras que en forma de discursos operan sobre las prácticas que todos los días de nuestra vida hacemos y hacemos hacer en el patio, la cancha, el playón, el polideportivo, el club y en todos los lugares en los que trabajamos. A éste efecto discursivo le denominaremos "eficacia simbólica" del discurso. Lacan habla de la eficacia desde su texto sobre el estadio del espejo, en el cual se refiere a la eficacia de la señal. Debemos recordar la experiencia de la etología mencionada por Lacan: se le muestra a un animal una figura de un animal de su especie, lo que provoca como respuesta, el desencadenamiento de la conducta de "cortejo". Se trata de la eficacia de la imagen como señal. Lacan habla, en El estadio del espejo, de la eficacia de la imagen en la constitución de un yo corporal. Esto debe ponerse en contrapunto con lo que constituiría un momento decisivo de la enseñanza de Lacan: su descubrimiento de la eficacia simbólica. Digo "descubre" porque el término eficacia simbólica no es propiamente de Lacan, es de Levi Strauss. Se trata más específicamente del título de un libro de Levi Strauss, La eficacia simbólica, en el cual él describe básicamente los efectos de acción del chamán sobre el cuerpo del enfermo. El mito es la causa eficiente en la práctica chamanística. Si tomamos esto un poco rápidamente, se podría decir que no es finalmente nada nuevo, que se trata de aquello que los médicos siempre supieron: que es posible incidir con el lenguaje sobre el síntoma. Esto prueba, dice Lacan con ironía en Televisión, que "una práctica no necesita ser esclarecida para operar". Es decir: es posible operar con la palabra sin tener la menor idea de lo que se está haciendo