El artículo hace hincapié en una relectura de los textos de Cortázar en una nueva contextualización. Esos textos habían sido bien acogidos en el momento de su publicación; leídos mucho más tarde, vienen a indicar la incidencia insoslayable de Cortázar en nuestras letras. Cortázar se muestra ahora, en efecto, como un inteligente lector de las enseñanzas borgeanas acerca del "escritor argentino y su tradición", al hacer suya con gran soltura la cultura del mundo, pero consustanciándose asimismo con el dolor de los condenados de la tierra. Esta consideración ética en la obra de Cortázar no ha sido, sin embargo, una aparición súbita de sus últimos textos, sino que ella puede apreciarse ya como componente en los relatos fantásticos más tempranos, donde lo alternativo se revelaba en forma de lo múltiple y simultáneo. Cortázar dio, en definitiva, otra vuelta de timón al curso de la literatura argentina presentando también el culto del coraje en algunos de sus textos, pero poniendo esto en relación con la responsabilidad de los hombres ante la historia. Como individuo de los 60, Cortázar, además, supo ver como nadie la relación entre el eros y el juego. Muchas de sus características más típicas, así como su renovación del género novela con Rayuela, hacen que su aparición en el panorama literario argentino deba considerarse, por lo tanto como "necesaria".