"Hay algo que quiero leerte" tuvo como punto de partida la idea de ambigüedad que se genera entre la ficción y la realidad, en una lógica próxima a lo que Todorov define como lo fantástico; es decir, esa vacilación que experimenta una persona que sólo conoce las leyes naturales, ante un acontecimiento que pone a prueba su percepción del mundo y lo fuerza a admitir que, quizás, lo maravilloso existe. Lo fantástico es la oscilación entre dos explicaciones del mundo: una de carácter realista y otra extra-ordinaria -o sobrenatural-. A partir de ello, se realizó una obra audiovisual en la cual se trama una historia, atravesada por la dimensión fantástica y la constante y compleja relación entre tiempo y espacio, en la que la externalización del mundo "interno" de los personajes pone en tensión lo que es verdadero respecto de lo que es sólo producto de la imaginación, o incluso, del delirio.