Al preguntarnos por el cuerpo de saberes de contornos más o menos precisos reconocido como teoría literaria queremos dar cuenta de algunos problemas en torno a las operaciones de apropiación y uso puestas en juego en cierta práctica cultural diversificada y compleja conocida como enseñanza de la literatura. Relaciones tensas de negociación entre saberes y prácticas atraviesan las investigaciones posibles sobre la enseñanza de la literatura en su doble opción: histórica —la reconstrucción de la disciplina escolar “literatura” en cualquier nivel, anclada entre la historia literaria y la historia de la educación, y didáctica —en el sentido de unos saberes sobre la práctica tendientes a asegurar la “reproducción” de la propia práctica y la circulación de ciertos bienes simbólicos en un espacio social significativo como lo es la institución escolar. Es en el interior del conjunto de las instituciones educativas del sistema formal y no formal —por afuera del nivel universitario— donde se plantea este sentido de deuda teórica presente en el título de este artículo y sobre el que nos queremos referir aquí. El tema es central en el campo de la didáctica de la literatura y se presenta, a la vez, como un capítulo omitido en el ámbito de los estudios literarios: la enseñanza de la literatura se constituye como una práctica social y un discurso paraliterario de fuerte influencia ideológica y amplio alcance.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)