“Manuel Puig, y la alusión a la persona real, es la de una proximidad inmediatamente transformada en distancia”, señala Roxana Páez en las páginas introductorias de su libro. Volvemos la mirada al título, como un modo de desnudar una clave de lectura, junto al nombre, proximidad de lo real, biografía, autor, la distancia que promueven las preposiciones, como registro de las coordenadas de un mapa de lectura, una travesía del pop a la extrañeza. Demarcación de un territorio que resulta fundamental para la producción del sentido. ¿No es ésta la tarea que le asigna Roland Barthes a la crítica, en tanto desdobla los sentidos, haciendo flotar un segundo lenguaje por encima del primer lenguaje de la obra? Pero la producción de Puig rechaza afincarse en un único lugar del mapa y justamente a partir de este desplazamiento de lo asignado (categorías teóricas rígidas o reductoras; elección de una obra paradigmática del autor, mirada sinecdóquica que tantas veces tienta al crítico literario; la búsqueda de una “unidad” temática, etc.), Páez opta trazar una cartografía múltiple, que, como los textos de Puig, privilegia el dialogismo. De este modo, las distintas novelas y textos analizados establecen múltiples y fecundas relaciones de sentido entre sí, pero también con las diferentes perspectivas críticas y teóricas citadas a pie de página, y principalmente, con las proposiciones analíticas de la autora.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)