El cuerpo imaginado reflexiona sobre la influencia que tienen los medios de comunicación en la vida cotidiana. Se centra en la manera en que la publicidad urbana determina movimientos y actitudes corporales a través de la imagen.
La obra establece un diálogo entre la imagen, el cuerpo y lo sonoro. El video proyectado presenta un determinado recorrido de la mirada en el espacio urbano, deteniéndose en imágenes publicitarias emplazadas en la vía pública (carteles, pantallas LED, etc.); en este momento el cuerpo en vivo permanece en quietud. Al detenerse el movimiento de la cámara, la performer responde realizando los desplazamientos que la imagen propuso. Este diálogo se repite en duraciones y a intervalos cada vez más cortos y vertiginosos hasta que finalmente el cuerpo se adapta a la imagen y ambos interlocutores (recorrido visual de la imagen proyectada y cuerpo en vivo) accionan en simultaneidad.
El sonido se utiliza en oposición, enlazando tiempo y espacio: pasado-exterior y presente-interior. Así, mientras se ve el recorrido capturado por la cámara en movimiento, sólo pueden escucharse latidos de corazón y, cuando el cuerpo se mueve, se suma el sonido de la ciudad registrada.
Se establece así una metáfora en la que se ven imbricados el contenido conceptual y los lenguajes formales de la obra: los recorridos visuales condicionan al cuerpo hasta volverlo finalmente una imagen. ¿Somos lo que vemos?