A partir de la crisis de la ortodoxia keynesiana (Síntesis Neoclásica) a fines de la década del 70 del siglo pasado surgió, al calor del reposicionamiento del Monetarismo en la política económica de los países centrales, una nueva ortodoxia. Estuvo liderada por la Nueva Macroeconomía Clásica e integrada también por los viejos monetaristas y los neo –keynesianos, quienes aceptaron gran parte de las críticas al keynesianismo, sin abandonar del todo el enfoque. Esta nueva ortodoxia entró en crisis con el final de siglo a partir de sus resonantes fracasos en política económica (crisis de los países emergentes) y de la imposibilidad de alcanzar un consenso teórico sobre la macroeconomía basada en microfundamentos. La búsqueda de teorías superadoras de las limitaciones de la ortodoxia ha generado a lo largo de la historia del pensamiento económico una diversidad de enfoques teóricos cuyo primer paso ha consistido, en general, en la crítica de la visión predominante. Estas corrientes son generalmente agrupadas bajo el rótulo de heterodoxas por oposición a la ortodoxia. En este sentido, dentro de las corrientes heterodoxas se incluyen formas muy disímiles de interpretar los fenómenos económicos y marcos de análisis tan diversos como son los basados en las ideas evolucionistas, en el institucionalismo, en el marxismo o en el pensamiento poskeynesiano, por citar a algunos. El pensamiento heterodoxo ha proliferado a lo largo de la historia, fortaleciéndose en los momentos críticos de la dinámica capitalista y de las teorías ortodoxas. Sin embargo, y a pesar de la acumulación de aportes, consideramos que la etapa de la crítica a la economía ortodoxa no ha concluido en la medida en que no existe un cuerpo alternativo de teoría económica que tenga el suficiente poder explicativo, se halle libre de contradicciones internas y se encuentre lo suficientemente desarrollado como para dar una explicación medianamente completa de la economía actual.