Desde hace varios años, el manchego ha venido acercándose a mundos más melancólicos, y Julieta (Pedro Almodóvar, 2016) es la película en la que, por primera vez, ese cambio es más evidente y rotundo.
Como señala Almodóvar, en una entrevista para RTVE, “El lenguaje se va aprendiendo y en Julieta es llamativa la renuncia a varios elementos de estilo que se supone que me acompañaban de por vida. Pero lo pedía la propia historia.” Y es que Julieta es un drama puro, a diferencia de sus acostumbradas mezclas de géneros cinematográficos.