Entre 1880 y 1916 tomó forma la Argentina moderna, que se expresó en un extraordinario crecimiento económico con notables disparidades regionales y la instauración de un régimen conservador. El aluvión inmigratorio, la división internacional del trabajo, los capitales foráneos, la expansión de las líneas de frontera a través de la conquista de tierras indias y el incremento de los volúmenes comercializables a nivel mundial fueron factores que contribuyeron a configurar la Argentina agroexportadora.
En estos 36 años de hegemonía conservadora, Salta participó en forma sorprendente en la conformación de un grupo dirigente de amplitud nacional a través de dos presidentes y once ministros. Fue, asimismo, la única provincia sin intervención federal durante este período caracterizado por la consolidación de los atributos de la estatalidad y la formación de un mercado nacional.
Tal representación política fue superada únicamente por Buenos Aires, aunque las asimetrías económicas y demográficas entre uno y otro Estado, si cabe compararlas, no hacen más que realzar el gravitante papel que tuvo la elite local en los máximos niveles de decisión nacional.
En esos años el Estado salteño estuvo capturado por un grupo reducido de familias, que reconocía sus raíces en el más rancio pasado colonial durante la dominación española y contaba con la suma del poder político, ideológico y económico.
Esta pequeña elite, asentada en una región otrora importante, poco disfrutó del auge agroexportador de la pampa cerealera. No obstante, ansiosa de participar de los beneficios del "progreso" positivista y de las alianzas que le dieron sustento social y político, apeló a estrategias diversas y cambiantes para mejorar su posición, crecer en lo económico y concentrar poder.