Desde la irrupción del peronismo, una nueva dicotomía ha surgido y acaso a veces ha aglutinado a las anteriores: peronismo vs. antiperonismo. En el seno de un campo teatral con una fuerte influencia de la izquierda tradicional (que desde la creación del Teatro del Pueblo de Leónidas Barletta, ha ostentado una visibilidad explícita), la presencia el peronismo ha suscitado, entre otros aspectos determinantes para nuestro campo teatral, dos reacciones que queremos rescatar en esta oportunidad: por un lado, la asimilación al peronismo de los géneros teatrales y los procedimientos de actuación populares ya presentes con anterioridad al mismo. Por otro lado, un tratamiento esporádico y reticente de dicho movimiento como temática de las obras.
Durante la última década, el peronismo y los fenómenos socioculturales asociados con el mismo, han sido motivo de reflexión teórica e historiográfica, sobre todo en lo que respecta a los años transcurridos entre 1955 hasta la última dictadura: es decir, el arco que va desde la llamada “resistencia peronista”, hasta la lucha armada. Aunque minoritariamente (si tenemos en cuenta la intensa actividad teatral de Buenos Aires), el teatro no ha sido ajeno a este interés. A continuación, analizaremos cuatro casos de puestas en escena que han incorporado al peronismo, tanto a nivel temático (directa o indirectamente), como a través de las elecciones estéticas que las sustentan: La piojera o un procedimiento justicialista, de Andrés Binetti, Lisandro, de David Viñas, dirigida por Villanueva Cosse, Unidad básica, de Pompeyo Audivert y Andrés Mangone, y La pesca, de Ricardo Bartís.