Las actitudes y comportamientos de los trabajadores en el lugar de la producción, ha sido una cuestión recurrente en las ciencias sociales que abordan el tema del trabajo capitalista. Las teorías surgidas al respecto, han tenido diversas implicancias conceptuales en relación a la temática de la subjetividad obrera, como también, acerca de las distintas maneras de entender las dinámicas del conflicto y consenso, vinculadas a determinadas formas de gestión y organización de la producción. Sin embargo, dichas conceptualizaciones han delineado un marco acumulativo de interpretación y han establecido puntos de observación que muchas veces alcanzan una coherencia dudosa, no sólo en cuanto a sus lógicas internas, sino además, en referencia a las consecuencias del intercambio y postulación de categorías que pretenden una validez general. Para quienes intentamos hacer historia de la clase trabajadora, incorporar conceptos esclarecedores a nuestro análisis, básicamente empírico, es una tentación difícil de evitar. Pero por lo dicho, y sin caer en evaluaciones religiosas, se puede decir que la tentación puede comportar riesgos.