El circuito productivo vitivinícola mendocino ha sufrido en los últimos 20 años una serie de transformaciones que nadie las pone en duda. Se pasó de un modelo productivo rígido donde prevalecía una producción homogénea con poca importancia de la diferenciación de la producción y cuyo destino era el mercado interno, típico de los modelos fordistas de producción, a otro radicalmente opuesto donde se empieza a generalizar un modelo productivo flexible, donde la diversificación de los productos es una necesidad para incorporarse a los nuevos mercados que se empiezan a constituir, y el mercado interno deja paso al mercado externo como principal destino en la adquisición de excedente de la producción de la trama. En definitiva la acumulación regional tiende a mostrar características extrovertidas. En el marco de este trabajo los cambios no son neutrales, las modificaciones que se visualizan en la trama hoy en día con respecto a las década del 70 u 80, favorecen de forma desigual a los diferentes eslabones que componen este encadenamiento. Algunas de las siguientes preguntas se intentarán responder en este artículo: ¿Cuáles son las causas de esta transformación, son impulsos endógenos o exógenos al circuito los que modifican las características históricas que este asumió?, ¿cuáles son los agentes más beneficiados con estos cambios?, ¿cómo se visualiza en el espacio esta transformación? Para poder llevar adelante esta tarea se necesita poder describir los cambios en el circuito y encontrar su vinculación con impulsos locales o globales, como también visualizar los diferentes agentes involucrados en la trama. Una vez alcanzado estos objetivos, se hace necesario encontrar algún indicador que ponga en evidencia como esta nueva realidad no es ajena a intereses específicos de algunos de los agentes involucrados en la lucha por la distribución del excedente económico que está en juego.