La sociología del cuerpo, tal como la entiende David Le Breton, sostiene que por un lado el cuerpo es moldeado por el contexto social y cultural en el que se sumerge el actor, es decir, sometido a una socialización de la experiencia corporal; y por otro lado, la existencia misma es corporal, y mediante ella el actor se relaciona con el mundo: “Del cuerpo nacen y se propagan las significaciones que constituyen la base de la existencia individual y colectiva.” Los trabajos de Le Breton en este campo indican desde un punto de vista histórico y teórico (antropológico y sociológico) que la preocupación social por el cuerpo oscila entre la concepción del mismo como algo indiscernible del hombre, o bien como un atributo o una posesión, o bien un alter ego; ésta última alternativa en sus variantes conlleva una mirada dualista del problema. En el presente trabajo intentaremos presentar una posición materialista y pragmática que problematiza el cuerpo en su dimensión política, escapando a estas dos conceptualizaciones apegadas al hombre (sujeto) o a la cosa (objeto), en uno y otro caso. Es decir, una posición teórica de un materialismo de la práctica que es una apuesta política, porque si la dominación pasa por los cuerpos, la crítica al capitalismo supone una analítica de los mismos.