En las últimas décadas, las universidades públicas argentinas han puesto el foco en el ingreso, entendiéndolo como un momento importante para la inserción y afiliación de los/las estudiantes a la vida universitaria. Los aportes que realizamos en este escrito entonces son como docentes participantes en la construcción de ese espacio académico particular que es el ingreso.
El propósito es compartir una experiencia concreta de trabajo con las y los estudiantes ingresantes a la carrera de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Humanas, de la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (FCH-UNICEN), en el marco de la política de ingreso que se desarrolla en nuestra unidad académica.
Para nosotras, docentes del primer tramo de la formación académica e involucradas desde hace varios años en el curso de ingreso-módulo específico para la carrera de Trabajo Social, entendemos que el curso de ingreso no es solo una instancia introductoria, un momento de presentación o apertura a la “verdadera formación”, sino que lo concebimos como un espacio de trabajo particular y específico desde lo académico, lo pedagógico y en la interacción y construcción de vínculos socio-afectivos. El ingreso implica no solo la “entrada” a la universidad sino también integrar, sostener y reconocer a las/os ingresantes como sujetos de derechos.
Como el relato se basa en una experiencia en particular, realizada por un cuerpo docente especifico, en el marco de un proyecto institucional, consideramos importante en un primer momento presentar de manera general el contexto institucional en el que se desarrolla esta práctica educativa específica, para después describirla sintéticamente y presentar particularidades que nos parecen importantes destacar para pensar y repensar/nos en la construcción de una educación superior pública, universal y de calidad.