El trabajo presenta una serie de reflexiones sistemáticas, producto de la experiencia de trabajo educativo-comunitario con jóvenes pobres de un barrio periférico platense, encuadrado en un proyecto de extensión universitaria de carácter interdisciplinario. De modo general, se analizan los actuales procesos de socialización de los jóvenes que viven en contextos de vulnerabilidad social y la vinculación de esos procesos con la persistencia de distintas formas de diferenciación social. Al respecto, se plantea la cuestión de la desigualdad en las múltiples formas de "vivir" la pobreza y cuáles son las distintas condiciones que marcan rasgos de diferenciación. En forma particular, se discute sobre la dificultad de "asociar" la educación con la pobreza. Frente al imaginario social en el cual prevalecía la estimación de la educación como un bien de gran importancia, en tanto base para conseguir una posición económica, social y en definitiva, base fundamental para el ejercicio de una ciudadanía plena, en el trabajo concreto con estos jóvenes la educación y particularmente, la escolarización, aparecen como distantes y diluidas. El círculo viciado de desigualdad y falta de oportunidades se completa con la imposibilidad de entrar al mercado laboral y lleva a que estos jóvenes atraviesen su juventud sin historia ni futuro. Nos preguntamos entonces en qué medida, bajo qué condiciones y con qué limitaciones, el desafío que asumimos puede hacer de la educación un puente hacia el desarrollo integral de los sujetos y sus comunidades