Una serie de procesos instalan, en la sociedad Argentina pos-crisis, al problema de la violencia y la seguridad en el centro del debate sobre la cuestión social y las formas de (di)gestión de la pobreza. Luego de los diagnosticados procesos de fragmentación social, aumento de las desigualdades socioeconómicas, etc., vividos durante la década neoliberal de los noventa, las ciencias sociales no pueden dejar de lado el hecho que, en la actualidad, la agenda mediática imponga la discusión sobre la cantidad de efectivos policiales necesarios para “frenar la ola de inseguridad”. En este contexto, junto con el recrudecimiento de los discursos de algunos sectores que demandan medidas punitivas y mano dura, y con la espasmódica reacción del Estado a estas demandas generadas, se nos aparece como relevante el lugar de la policía como institución y cuerpo de agentes central en la mediación resolutiva de la problemática de la seguridad en el nivel de lo cotidiano. La idea que intentaremos desarrollar en el presente escrito es un análisis de las prácticas de detención policial hoy vividas cotidianamente en la Ciudad de Córdoba, en tanto resolución de tensiones entre dos fuerzas institucionales: por un lado, la adopción abstracta del discurso de los Derechos Humanos; por el otro, una presión política para extraer de la Fuerza Policial resultados cuantificados que habrán de capitalizarse política y electoralmente.