Trabajaremos en referencia a una cuestión polémica. Mucho más cuando se tropieza con un discurso paradigmático. Objeto de estudio por antonomasia. Generalmente sujeto a interpretaciones viscerales. Sesgadas. Muchas de ellas, capciosas. Un producto de las condiciones pasionales que el fenómeno genera. Y más cuando a ese discurso se lo eleva con el fuerte atributo de teoría. Aquel objeto alude al político argentino -tan adorado como denostado- más trascendente del siglo XX: el general Juan Domingo Perón. O, más precisamente, a los procesos discursivos del movimiento político del cual, dentro de sus multilateralidades, fuera su conductor y estratega. A la organización política que fuera la hegemónica -aún en la proscripción, persecución, ausencia u omisión- por casi sesenta años en la vida del país. Condición polémica en su acepción más blanda: la de discutible, opinable, debatible. Pero mucho más en su sentido profundo: la de ser un objeto de disputa sobre el valor y la significación social de la violencia política.