En su relato sobre el juicio a Eichman, Hannah Arendt acuñó la expresión Imperio de Nadie para referirse a la burocracia moderna y al modo en que diluye la responsansabilidad personal de sus cuadros medios. La idea recupera en un plano moral lo que los análisis clásicos de la burocracia (Weber - Frankfurt) esclarecieron en términos de cosificación, anulación del "sujeto" y autonomización sistémica, pero indica también un interesante rumbo de reflexión específicamente sociológica que es la que quisiera seguir en esta ponencia. Se trata de postular que el imperio de nadie no es un fenómeno privativo de la burocracia, y que puede desplegarse un abanico mucho más amplio de formas de interacción que comparten su rasgo esencial (a saber: la producción colectiva de daños "sin responsable") pero trascienden el universo kafkiano de la burocracia. Si la burocracia evoca la imagen de unos "engranajes" ("grises y sin vida", al decir de Gouldner), esas otras formas, más próximas a nuestra post modernidad tecnocomunicacional, evocan la imagen de la red y la metáfora del "nodo". Engranaje y nodo son, en suma, formas alternativas del agente social que no sujeta tampoco las consecuencias de su hacer.