El miedo es tan viejo como el viento y, sin embargo, sigue acechando. La búsqueda por conjurar los efectos de distintos tipos de amenazas, fragilidades y miedos ha sido un rasgo característico de los grupos sociales que transitaron por la historia de la humanidad. La ciencia dio respuestas a las disímiles enfermedades que la naturaleza provocaba y la constitución del Estado puso freno y reguló la violencia y el afán egoísta de los individuos. En la modernidad, las instituciones socializadoras, reguladoras del conflicto y de control restituyeron la vitalidad de un resquebrajado pacto social.
Para Jean Delumeau el miedo es aquella “percepción de una amenaza exterior pero también como una emoción “liberada de su vergüenza” (Delumeau, 1989). Definición sobre la cual pivotea Roxana Reguillo al precisar que el el miedo es siempre una “experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y culturalmente compartida” (Reguillo, 1998: 5).
En el presente trabajo exploraremos algunas perspectivas teóricas, que, desde la filosofía a la sociología, han reflexionado directa e indirectamente sobre el miedo, las inseguridades, el riesgo y la confianza en la sociedad moderna.