Desde 1976 hasta 2001 predominó en Argentina dentro de la elite económica (o clase dominante) un “ideario” económico-político internacionalizador. Este “ideario” corresponde en términos escolásticos a la escuela de la economía neoclásica y en términos políticos a la corriente llamada comúnmente neoliberal. El mismo está signado por una impronta librecambista exagerada, acérrimamente inclinado a la desregulación económica y “fóbica” al más mínimo intento de intervención estatal. En términos de modelo económico, se puede decir que desde este ideario se promueve la profundización de los mecanismos financieros de acumulación que comenzaron a funcionar en 1977 (con las reformas financieras de Martínez de Hoz), se impusieron como predominantes en 1989 tras el desenlace de la crisis de aquel año y obtuvieron un grado de coherencia definitiva en 1991 con el Plan de Convertibilidad, dando lugar, finalmente, al asentamiento de un modelo de acumulación internacionalizado con predominio de la valorización financiera.